No hay rosa sin espina…
Teníamos elaborado el abordaje,
la metodología y las actividades que
íbamos a realizar, sí, íbamos porque como bien lo dice el título del apartado,
no hay rosa sin espina, pues desde la Fase 2 ya se manifestaban los
inconvenientes. Para grabar requeríamos, además de la cámara, un oficio con las
especificaciones técnicas de la grabación, por lo que primero teníamos que
elaborar un guión. Además de que se nos solicitó no grabar los rostros de los
estudiantes ni de lo docentes ya que esto requería otros trámites, y a pesar de
de nuestra alma rebelde, lo entendimos y ahí le dejamos. Tomamos nuestro
mototransporte de dos llantas y llegamos
a la facultad, redefinimos el plan de abordaje y quedó de la siguiente
manera:
➔
Buscar información sobre la inclusión y la sordera.
➔
Hacer grabaciones de voz, durante una pequeña
entrevista a realizar a los niños, luego juntar el material y analizarlo.
➔
Elaborar un registro fotográfico que muestre la
inclusión como problematización dentro del centro.
➔
Plantear la manera en que el problema pueda ser
abordado desde la antropología y la sociología, y finalmente,
➔
Presentar conclusiones.
En la primera visita que tuvimos
ya con el plan estructurado, tomamos nuestro teléfonos celulares, esperamos la
entrada y nos dispusimos a tomar la primera foto de evidencia, pero no pudimos,
había muchas bicicletas y tráfico, así
que dos peatones tomando selfies estorbaban en esa callecita llena de
automóviles, hasta camiones transitan por ahí, padres desesperados porque sus
hijos entraran puntuales a la escuela.
Nos fuimos del lado del
estacionamiento y allí libres de la algarabía decidimos tomar las primeras
evidencias.
Entramos a la escuela, esperamos
el receso mientras observábamos cómo estaba distribuida la escuela, tomamos
algunas fotografías a discreción porque aún no teníamos permiso.
Soltaron a niños, se dispersaron
por el patio y nosotros buscábamos un primer entrevistado. Como era de
suponerse nos veían extraño, obviamente estábamos muy altos para ser compañeros
y muy jóvenes para ser maestros, por lo que decidimos sonreirles a quienes nos
miraran, con el objetivo de parecer simpáticos y agradables, pero no lo
conseguimos. Si nos acercábamos, algunos grupos pequeños al vernos se levantaba
y se marchaban.
Ese primer receso no logramos
mucho, más bien, nada logramos. salimos por la puerta de atrás donde todos
estacionan sus bicicletas.
En la siguiente visita, decidimos
volver a intentar buscar un distraído que pudiera platicar con nosotros, así
que decidimos buscar a los tímidos y aislados y nos quedamos del lado por donde
salimos la visita anterior, la del fracaso, pues la vez pasada al salir por
allí nos dimos cuenta de que había vestigios de niño allí, pudimos identificar
hoyos en la tierra y servilletas de sandwich, así como restos de torta de
huevo.
Permanecimos allí hasta esperar
la hora del receso. A lo lejos se oía el gritadero, ahí vienen, nos dijimos,
preparamos nuestras armas del reportaje y nos sentamos a esperar junto al
montón de bicicletas, alguno tendría que llegar allí. Y así fue, sin embargo
comenzamos a notar que muchos se asomaban para vernos, dedujimos que pensaban
que queríamos sus bicis, terminamos retirándonos de allí.
Para el tercer intento decidimos
mejor buscar a los niños con las discapacidades, esta vez nos ganó la hora de
receso, pues tuvimos que pasar a reportarnos a la oficina. Buscamos a la
pequeña identificada, era del sexto grado grupo C. Ya éramos conocidos y nos
habían perdido el miedo. Buscábamos a nuestra entrevistada, sin embargo nos
abordaron primero unas niñas de su grupo y nos preguntaron que a quién
buscábamos, así que al ver que nos rebasaban en número tuvimos que confesarlo,
buscábamos a X. Nos dijeron que a veces jugaba por diferentes
partes del patio, no tenía una zona preferida. No nos quedó más remedio que
sentarnos en las gradas a buscarla y lugo terminó el receso.
A lo lejos veíamos cómo entraban
a su salón, no la encontramos, ¡ella nos encontró!, pues las niñas nos
señalaban desde el balcón a las gradas, y no nos quedó más alternativa que
saludar. X se notaba asustada y con la cabeza negó conocernos, de hecho tres
veces nos negó. Regresamos a la oficina, rendimos cuentas, más bien, rendimos
cuentas de lo que imaginamos que vimos y partimos. Al salir fue un caos
nuevamente, era la salida de preescolar y el camino estaba hecho un caos.